Lo de Susan Boyle este año -como lo de Paul Potts el año pasado- son las chispitas que alegran el negro panorama de los realitys: lugares donde se premia al bello, al idiota mediático y se discrimina al que no parece adaptarse genuinamente al modelo socialmente vendido y comoprado. Estas personas muestran que todavía hay mucha belleza en el mundo afuera de la pantalla de vidrio, algo que en Argentina ya casi no pueden creer.
Lo de Susan Boyle este año -como lo de Paul Potts el año pasado- son las chispitas que alegran el negro panorama de los realitys: lugares donde se premia al bello, al idiota mediático y se discrimina al que no parece adaptarse genuinamente al modelo socialmente vendido y comoprado. Estas personas muestran que todavía hay mucha belleza en el mundo afuera de la pantalla de vidrio, algo que en Argentina ya casi no pueden creer.
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