GERIÁTRICO DULCE GERIÁTRICO...

Humor con olor a naftalina...

Por las dudas aclaro que me encanta que se invierta en ficción nacional, actores uruguayos y toda esa historia... También quiero manifestar que me complace que una primera figura como Cristina Morán revalide su título de abuela que el país entero quisiera tener y vuelva a ocupar un lugar en la televisión haciendo que nos replanteemos por qué no estuvo durante tanto tiempo, y finalmente me interesa expresar el orgullo que me genera que Hugo Arana esté a gusto haciendo televisión en Uruguay nuevamente... Dicho lo cual, paso a analizar el programa en sí...

Hogar Dulce Hogar podría definirse como un grupete de viejos amargados en decadencia, gritando, quejándose todo el tiempo, mal vestidos, almorzando torta de jamón y queso y tomando mate... En otras palabras, se tomaron lo de "un programa que identifica a los uruguayos" demasiado en serio... Lejos de reírme, sobre el final del programa además de estar casi adormecido, me invadió una angustia terrible, porque el programa saca a la relucir lo más triste de nuestra sociedad, quizás en forma de parodia, o de chiste, pero no termina nunca de cerrar, y mucho menos de resultar gracioso. Para que se hagan una idea, el primer capítulo giró en torno a que al protagonista lo querían prejubilar del banco en el que trabaja, y la esposa no tolera la idea de soportarlo todo el día en la casa... ¿Divertidísimo, no? Y eso que era el primer capítulo...

Destaco la gráfica, la cortina musical, los decorados, la calidad de imagen, y la mitad de actuaciones y figuras convocadas (hay varios que siguen actuando como si estuvieran en teatro...). Pero creo que no hay que ser muy vivo para darse cuenta que lo que sustenta un programa de estas características es en primer lugar, los libros, difícilmente pueda haber otro factor teniendo en cuenta que el año pasado Escenas de Matrimonio logró ser un éxito sin necesitar figuras convocantes, sino que alcanzaba con el jugo que le sacaban a cada diálogo. Acá esto no pasa, y el producto se enfrenta a una situación bastante complicada en lo que refiere al libreto: Una serie de éstas características puede funcionar cuando se parodian situaciones que lleven a algo desopilante, o episodios de la vida cotidiana de una forma delirante, pero nunca intentar hacer reír con problemas reales que enfrenta la sociedad, o más puntualmente, que pueda estar enfrentando el televidente en ese mismo momento, y más aún cuando el público al que se dirige el ciclo es el más vulnerable a ese tipo de circunstancias (despido, etc).

Además, el humor más allá de las situaciones es demasiado flojo. Pareciera que los libretistas agarraron algún libro de chistes viejos y los unieron sin ninguna coherencia sólida; en la mayor cantidad de los gags, el remate se lo puede ver venir a kilómetros de distancia. Tampoco quiero dejar de mencionar lo poco creíble que están armados los sustentos de algunas historias, como el departamento en donde la ex La Culpa es Nuestra, duerme con un señor bajito, gordito, casi pelado, que no le toca un pelo en toda la noche, y no, no es Petru Valensky, sino el personaje de Sebastián Almada, que nadie entiende qué hace durmiendo ahí con una señora que no es su esposa ni su novia ni su madre.

Para cerrar, vuelvo a destacar la presencia de Cristina Morán que vuelve a engalanar nuestra televisión, y también la participación de Hugo Arana que le aporta mucho al ciclo dentro de lo que sus desagradables libros le permiten. Lamentablemente me da la sensación que el tren de la oportunidad de hacer un buen programa de televisión nacional pasó por frente a varias narices y lo dejaron pasar, quedándose con algo que se parece mucho más a un documental del estereotipo de una sociedad uruguaya avejentada y deprimente que a una comedia de situaciones humorísticas.