Diego Delgrossi vuelve este jueves al Bar Tabaré para ofrecer su imperdible show de stand up. Antes de la presentación, el exitoso humorista habla con nosotros sobre su rutina en el escenario, su trabajo en la película La Despedida, su labor como docente, su visión sobre la televisión nacional, y el humor en Uruguay, entre otras cosas... Agradecemos a Diego Delgrossi por el tiempo y la onda, y a Diego Sorondo -productor del espectáculo- por facilitarnos la entrevista.
"Soy de una familia muy conservadora, mi abuelo se vino de Italia porque decía que Mussolini era comunista..."
-¿De qué se trata el stand up que estás presentando en el Bar Tabaré?
-Básicamente parto de mi persona, empiezo hablando de mí, aludiendo a que acá en Uruguay nadie es profeta en su tierra, etc; hablo con humor de mi trayectoria, y después comienzo hablando de qué tipo de humor voy a hacer, contando que soy una persona muy conservadora: mi padre era muy conservador, mi madre era muy conservadora, mi abuelo se vino de Italia porque decía que Mussolini era comunista, o sea era un tipo muy conservador; entonces empiezo contando cómo éramos en casa, la jerarquía que había; y comparo un poco el humor de antes con el de ahora… Además, cuento que soy docente, profesor de historia, entonces comparo un poco los alumnos de antes, cómo éramos nosotros antes, con los de ahora… Y ya a esa altura veo para dónde rumbeo, ahí tengo tres o cuatro monólogos pequeños que son acorde a cómo viene reaccionando la gente hasta el momento, y al final hago imitaciones…
-¿A quiénes imitás en el espectáculo, por ejemplo?...
-A Batlle, Lacalle, Larrañaga, Mujica, Tabaré Vázquez, Sanguinetti, y a pedido de mi manager, a Kirchner.
-¿Qué particularidad encontrás en el género del stand up?
-Lo fundamental es el contacto con el público, que estás vos sólo ahí, con tu espíritu… Ahí es que se ve la madera del comediante… Y lo bueno que tiene es que se está poniendo de moda con gente joven, con gente que recién empieza, y que le da una frescura tremenda a algo que antes lo hacía gente muy acartonada, y te lo dice alguien que es acartonado. Landriscina, Verdaguer…, yo creo que si Verdaguer estuviera acá, estaría muy orgulloso de ver a toda esta gente que está comenzando, desde mi telonero hoy, Seba González, que es un capo y lo van a poder ver si el próximo jueves 22 y todos los jueves vienen aquí al Tabaré.
-¿Se nota mucho la diferencia en cuanto a dificultad entre hacer stand up, y hacer una comedia tradicional guionada?
-Sí, al tener contacto con el público acá mientras la gente está comiendo y tomando, no es lo mismo que un teatro todo a oscuras: no vuela una mosca y se puede escuchar hasta el suspiro de un actor sin micrófono. Acá, suspires o no, probablemente no te escuchen nada porque se escucha “traeme una birra”, “¿me cierra la 48?”, y hay que saber sacar las cuestiones que te sirvan de todas esas situaciones, y de los imponderables, que siempre aparece alguno…
-¿Cómo hace uno para diferenciarse del resto en un ciclo de distintos stand up?
-Lo podés diferenciar desde tu atuendo (en mi caso yo opté hace muchos años por un traje y corbata), hasta la forma de interactuar con la gente, hay comediantes que lo hacen y otros que no, yo personalmente no lo hago directamente… Después hay estilos propiamente dichos desde el lenguaje que se usa hasta el tipo de humor, puede ser humor blanco, humor negro, humor ácido, humor verde, humor irónico, humor absurdo… Rafa Cotelo juega mucho con el humor absurdo y a mí me divierte mucho; Manu juega con esa acidez de esa hija de del Toto que como es “hija de…”, y mujer, y aparte ella se bautiza como “fea” (lo que no es cierto), la hace muy divertida; el Tío Aldo tiene por ejemplo esa obsesión sexual… Creo que en ese sentido tenemos todos los perfiles muy marcados, pero claro, está siempre el peligro de tocar los mismos temas, pero es lo que pasa cuando mucha gente hace algo, pero el saldo es sumamente positivo porque la gente se ríe y pasa muy bien…
-Contabas recién que sos profesor de historia, lo que siempre llama bastante la atención por lo antagónico que tiene ser un actor cómico y ser profesor, encima de historia… ¿Cómo combinás las dos actividades?
-Todos los actores creo que tenemos algo de docentes en la forma que hablamos, en la forma que tratamos que nos escuchen, y creo que nos calentamos si alguien está hablando en clase así como si vemos que alguien está hablando en un teatro… Tanto el docente como el humorista quieren hacerse escuchar… Es complicado en el aspecto de que algunos chicos te conocen por eso… Ahora se estrenó la película La Despedida en la que hacemos reír, entonces claro, las generaciones de ahora me conocen por la película, las generaciones de hace cinco años me conocían por El Show del Mediodía, y las de hace diez por Plop, y las de hace veinte por Telecataplúm; entonces es un gran desafío porque tenés que demostrarle a los chicos que sabés, porque los chicos de hoy te exigen que sepas: el primer día que el profesor no mandó deberes es “Ah, qué bueno, el profesor no mandó deberes”, el segundo ya es “Ah, ¿no mandó deberes? Qué raro…”, y el tercero ya es “Este tipo está para la joda”… Yo les mando deberes todos los días, les corrijo los cuadernos cada dos clases, cuando entro se ponen de pie, “Buenos días muchachos”, “Silencio”, “Tiene la palabra”, me hago querer… (Risas) Pero se trata de eso, demostrar que sabés, y con orden.
-Contame un poco cómo fue la experiencia de trabajar en la película La Despedida…
-Muy buena, ésta es la cuarta película que yo hacía… Y te digo realmente, ojalá pudiéramos vivir del cine los actores, porque es tan lindo, te tratan tan bien… Fue una experiencia muy linda porque interactuamos con amigos que ya nos conocíamos…
-Es un elenco muy fuerte, salvando las diferencias, tiene en común con El Viaje Hacia el Mar que el elenco lo conformaban todos primeros nombres…
-Totalmente, éste es un elenco de otra franja etaria, el mayor era yo, después venía Coco Echagüe, que tenemos la misma edad pero él es menor que yo unos meses, Javier Tio, Maxi, y Paul Fernández, pero ninguno tiene más de 38… Y con la mitad del elenco nos habíamos encontrado en Taxi, así que nos divertimos mucho, y nos pagaron por divertirnos, y hay poca gente que tenga ese privilegio…
-¿Es muy difícil hacer cine acá en Uruguay?
-Y sí, es difícil por un tema de costos, acá en Uruguay todo es caro: los impuestos son caros, la patente es cara, la contribución es cara, el seguro del auto es caro, todo es caro, y no estoy hablando mal de un gobierno ni nada, estoy hablando de una realidad que dicen todos los extranjeros cuando vienen para acá, y no el turista europeo que con un euro tiene 26 pesos y con un dólar tiene 20, sino el turista argentino, el turista brasilero, el paraguayo, cuando vienen acá te dicen “Che, que caro…”, y no porque vayan a Punta del Este. Entonces, así como es caro tomarse una cerveza, o comerse una pizza con muzzarella, es caro tener un grip, dos maquilladores, tres escenógrafos, las cámaras, el elenco… Yo comunmente no digo lo que gano porque no viene al caso, pero lo que se gana acá por hacer cine son chauchas y palitos sinceramente, que no está mal porque nos pagan, pero cuando vos le decís a un argentino, un brasilero, o un chileno, lo que te pagaron por hacer una película, te dicen “¿Por semana?”, “No, por todo el rodaje, dos meses…”. Entonces esas cosas te dicen “No puedo vivir de esto”, por eso soy docente… Porque hago mucho dinero como profesor… (Risas)
-¿Vas a estar en tv este año?
-No, estamos con un proyectito ahí en Canal 12, que está medio sucuchado porque estamos preparándolo todavía…
-Hace como cinco años que se viene instalando en el discurso diario uruguayo, la discusión metatelevisiva sobre cuánto afectan los programas argentinos, y todo el impacto que generó Bailando por un Sueño, sobre las producciones nacionales… ¿Cuál es tu posición en torno a todo esto?
-En un país tan chico, con un mercado tan pequeño, que no te sirve vivir sólo de éste mercado, por algo tenemos empresarios de acá que van a vender ropa a Miami por ejemplo. Eso es porque el mercado es muy chico, y lo mismo pasa con la televisión. En un mercado como el argentino, con 44 millones de consumidores, con que 15 millones consuman, ya estamos hablando de que están superando al Uruguay treinta veces. Acá en Uruguay, ¿Cuánta gente consume teatro? Diez mil personas. ¿Cuántos consumen cine con cena todos los fines de semana? Seiscientas mil, setecientas mil, más no… Entonces claro, todo es difícil. Meter un bolcihe, meter el Tabaré ya es un emprendimiento, y vaya si será sacrificado… Y se nos vino la televisión argentina porque estamos al lado, pero le pasa a Bélgica con Francia, le pasa a Dinamarca con Alemania…
-Igual al margen de eso, hace diez años también estábamos al lado de Argentina y sin embargo da la sensación que teníamos una mejor televisión…
-Sí, era mejor porque era más independiente y más autóctona en cuanto a sus contenidos. Autóctono te digo por cuando hacíamos Decalegrón, o Telecataplúm, pero cuando vino la televisión argentina nos abrió el espectro –algunos dicen que nos contaminaron, eso depende del punto de vista-, y creo que nos tenemos que adaptar. Si ahora quisieras hacer Plop, o Telecataplúm, como era hace diez años, te fundirías, porque la forma de comunicar se ha ‘tinellizado’, al punto de que es todo un videoclip, todo rapidísimo, en Bailando por un Sueño tenías dos minutos de una coreografía en la que una vedette mostraba el cuerpo, después chusmerío, era una agilidad… Los sketchs que hacía Olmedo -un maestro- eran de quince minutos y con una tanda en el medio, hoy no te banca 15 minutos de sketch ni un budista… Todo eso ha cambiado, y tenemos que cambiar nosotros, hay que aggionarse, si el desafío es ese hay que morir con las armas en la mano, y no morir ahí sentado diciendo “Ay, que horrible, que espantoso…”
-¿Pero no hay menos inversión?
-No es que haya menos inversión, se tiene mucho miedo a no recuperar el dinero. Como hay tanto miedo a eso, a veces sale a media máquina la cosa o directamente no lo invierten... Ahí está la cosa, porque la plata cuesta, y el dinero no abunda, y vas a un sponsor y ya te pregunta “¿Dónde va a mostrar mi marca?”, “¿Cuánto tiempo voy a salir?”, “¿En qué parte va a mostrar el logo?”… Yo vi la película El Quinto Elemento con Bruce Willis, que era auspiciada por Mc. Donald’s, y no salía el logo todo el tiempo, aparecía un policía comiendo una hamburguesa, la tiraba y ya está… Acá llegás a tirar el producto y te matan. Cuando hicimos Maldita Cocaína, que hablaba sobre una transa de droga de unos narcos europeos que venían Uruguay, me llamó el director de lucha contra la droga para decirnos que cómo íbamos a decir que la transacción de droga es acá en Punta del Este, yo decía “Vamos muchachos, ¿en Punta del Este no hay transacción de droga…?”; en vez de decir “Che qué bueno que hablan de Uruguay, que muestran Punta del Este…”. Y es así, cuando viene alguien a invertir, siempre hay trabas…
-Otra cosa que se está perdiendo sobre la que te quería preguntar es el humor político…
-Sí, sabés que sí… El humor político lo estamos cultivando los más veteranos tal vez, Esmoris, Gustaf un poco…
-El año pasado en campaña electoral, que ofreció cientos de episodios parodiables, la televisión los pasó por alto desde lo humorístico…
-Yo les prendí cartucho de una manera impresionante, no había que contratar libretista, agarrabas el diario y ya era chiste, chiste, chiste… Me parece que lo que pasa es que los humoristas tienen miedo cuando hablan de política, de flecharse para algún lado… Yo les doy a todos por igual, cuando termina el show nadie sabe si soy fucsia, bordó, o verde oliva… Hay que tener conducta de que eso no pase, porque hoy hay gente de todos los palos en todos lados…
-¿Pero no se está produciendo menos humor político?
-Sí. Dejó de ser tan atractivo tal vez. Hay mucho humor político en carnaval… Flechado la mayoría de las veces porque hay muy pocas murgas o parodistas que le tomen el pelo a determinadas situaciones.
-Después de haber hecho cine, teatro, y televisión, ¿te jode que haya gente que te conozca por Fonopréstamos?
-(Risas) Eso lo dije al aire una vez en El Show del Mediodía cuando una señora llamó por teléfono, y Maxi preguntó “¿A mí me conocés?”, “Sí, Maxi”, “¿Y a él lo conocés?”, “Sí, Cacho”, y cuando Maxi me señala a mí, la señora dice “Ah, sí, el del teléfono!” Treinta y ocho años de teatro, tres películas, veinte años de televisión, y me conocen porque hablo con un teléfono verde… Que no hablo más aparte, hace tres años que no me contrataron…
-Para cerrar Diego, ¿por qué la gente tiene que venir a ver este ciclo de stand up?
-Porque hay una variedad de humoristas impresionante, muchos de ellos de la nueva generación.Segundo porque acá se come muy bien y se pasa muy bien, es un lindo ambiente, es La Cava del Tabaré, donde hay buena temperatura, buena acústica, se come bárbaro, se pasa lindo, y nosotros vamos a tratar de igualar a la comida que es exquisita.
3 comentarios:
lo fuimos a ver ayer, excelente! absolutamente recomendable!!!!!
Delgrossi es un tipo muy formado, que se toma muy en serio esto de hacer humor. Tiene escuela y talento, pero a veces se ha juntado -intuyo que por necesidad y escasez de proyectos más que por deseo propio- con murgueros, y allí se pudre todo porque deja de brillar. Diego: usté está pa´más (diría Omar Gutiérrez).
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- Rob
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