En Buenos Aires nos encontramos con un uruguayo muy particular. Yehuda tiene 35 años y desde niño vivió en Israel. Durante los últimos 10 años su esposa, sus hijas, sus amigos y vecinos creyeron que él era alguien que en realidad no era. Vivía como un ortodoxo antipalestino en un asentamiento judío en Cisjodarnia, territorio palestino. Pero esa vida había sido creada como parte de su trabajo como agente infiltrado del Shin Bet, el servicio de inteligencia interno israelí.
Un día Yehuda no supo cuál era su verdadera identidad, quizo abandonar el servicio y no le fue permitido. Días más tarde se fugó. Hoy está preso en Marcos Paz, acusado de abuso sexual aunque él asegura que le “armaron” la causa para retenerlo y enviarlo a Israel.
Gacetilla Historias de Cárcel
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