Terminó SQP, la joya del verano.
Sálvese Quien Pueda irrumpió en la televisión veraniega para ser la excepción en un panorama televisivo que no demostraba tener mucho interés en inversión o despliegue de producción. Fue un emprendimiento que causaba disonancia al momento de compararlo con la programación de verano a la que estamos acostumbrados, que pocas veces se anima a ir un poco más allá del bajo presupuesto. De todas formas desconozco el costo económico que tiene llevar adelante una apuesta de estas características y poco interesa, lo que sí importa es que se puso en pantalla una puesta que nuestra tv nunca nos había mostrado en materia de producción nacional. En un prime time en el que nos quieren convencer que soplar un globo, o apilar un montón de tornillos es demasiado para lo que nos permite nuestra industria, está muy bueno que se haya puesto en pantalla un ciclo uruguayo en el que las pruebas sean tirarse por tirolesa por el Cerro Pan de Azúcar o una caída al vacío desde una gran altura (sí, podemos estar de acuerdo en que el juego de los pájaros no tenía mucho sentido, pero dejémosla pasar…). Además, tuvo el plus de que toma un escenario natural uruguayo, un punto de interés que los programas que cubrieron la temporada este año estuvieron obligados a ignorar.
Al programa se le sumó una muy acertada elección en la conducción: Rafa Villanueva tenía un perfil hecho a medida para esta propuesta, componiendo una dupla magistral con Jujy Fabini, con quien no dejaba de desbordar química. Ella es cómodamente la chica con más frescura de la televisión, es una niña en el cuerpo de una movilera, y si bien es por eso que en varios móviles puede quedar descolocada, en el contexto de este ciclo cayó como anillo al dedo. Tal vez los pocos minutos de aire que tenía Villanueva no le permitieron lucirse todo lo que hubiese podido en un ciclo de estas características, pero cumplió cómodamente con las expectativas en su rol.
A pesar de los laureles, el ciclo ya forma parte del pasado de nuestra tv. Desde el inicio, SQP dejó en claro que el propósito era estar apenas por el verano en pantalla. En este sentido, se mantuvieron los mismos tres o cuatro juegos, cuando si hubiese existido la intención de darle más fuerza al ciclo para que estuviera más tiempo al aire, seguramente hubiesen tenido que inventar algún otro. De lo contrario, al menos encontrarle un giro al programa para que el eje no pasara por la competencia en sí, sino por las situaciones divertidas que podían tener lugar al margen, que fue el ingrediente que le garantizó el éxito a Odisea, el programa que hacía Marley hace unos años.
Desde este espacio queríamos destacar la producción que puso su punto final anoche, y que si bien transcurrió sin hacer mucho ruido, se salvó en un contexto televisivo bastante mediocre como suele suceder en la temporada estival, convirtiéndose en la joya del verano 2012. Un mérito.
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