—¿Qué lo motivó a hacer una investigación sobre Víctor Hugo Morales?
—De un tiempo a esta parte, Víctor Hugo se ha puesto a sí mismo como modelo de periodista, y justamente la medida de decoro que él elige y repite en varios ámbitos es su actuación en la dictadura. En una entrevista para la revista Noticias dice algo así como que todo periodista puede tener una actuación decorosa hasta en las peores circunstancias, y pone su actuación en la dictadura. En Víctor Hugo por Víctor Hugo Morales se describe a sí mismo como un periodista que clavaba aguijonazos memorables contra el régimen y que permanentemente vivía tensando la cuerda para ver hasta dónde podía llegar. Tanto Luciano Álvarez como yo, que queremos mucho al periodismo, sentíamos que no podíamos dejar que se instalara la idea de que justamente Víctor Hugo Morales fue la medida del decoro periodístico en la dictadura, cuando hubo tantos periodistas, entre ellos Luciano Álvarez, que de verdad durante esos años intentaron llevar información dentro de los límites que se podía y hoy son personas anónimas, que nadie los reconoce, y ese honor recae en alguien que no hizo eso sino todo lo contrario. Como él puso el tema sobre la mesa, nosotros nos sentimos casi en la obligación de salir a investigar y documentar que esto no fue cómo él lo cuenta.
—¿La investigación atenta contra la credibilidad de Víctor Hugo?
—Su credibilidad queda en entredicho sin duda, pero quien la pone en entredicho es él mismo. Son sus escritos, sus palabras, lo que él escribió y dijo, y lo que él dice hoy. Aquellos artículos nada memorables ni dignos de elogios hubieran quedado en el olvido si él hoy no hubiera propagado la versión opuesta de sí mismo. Si queda en entredicho es por el contraste brutal entre lo que él dice que hizo y lo que hizo de verdad.
—¿Hay una intención a priori de querer dejarlo en evidencia? Algunos lo interpretaron como una especie de ensañamiento…
—Es indudable que el libro quiere dejarlo en evidencia, pero no por ser Víctor Hugo Morales sino por el rol que él se autoadjudicó en el periodismo y en la historia reciente uruguaya. A mí no me va ni me viene lo que hacían los otros periodistas deportivos en la dictadura. Si Víctor Hugo no insistiera en retocar su historia personal, este libro no tendría sentido y no se hubiera hecho.
—Al margen de esa contradicción que usted marca, ¿qué opinión le merece como periodista?
—Él es un gran relator de fútbol, el mejor que yo escuché que haya dado Uruguay junto con Heber Pinto. Cuando daba clases de periodismo deportivo, lo puse varias veces de ejemplo. Muchos jóvenes se abrazan del periodismo deportivo y cierran su visión a las cosas al fútbol. Creen que pueden ser periodistas prestando solo atención al fútbol sin conocer de política, de espectáculos, de economía, de cultura, entonces su visión como periodista termina siendo muy pobre, que es lo que vemos en el periodismo deportivo en general. En ese sentido en clase puse como ejemplo a Víctor Hugo porque su análisis es más rico porque se abrió a otras cosas. Esos son los puntos positivos, los negativos es su modo de ejercer el periodismo y su falta de honestidad intelectual. Él ejerció siempre el periodismo con opiniones muy tajantes, muy duras y sin el debido fundamento, sin investigar atrás. Lo hizo en la dictadura uruguaya con algunas figuras del deporte, que los acusaba de cosas muy graves que luego la Justicia desestimó. Ese tipo de periodismo me parece malo, muy malo. En su libro Víctor Hugo por Víctor Hugo Morales dice que detesta al periodismo cuando acosa. Es asombroso que lo diga sin hacer al mismo tiempo una autocrítica, porque él fue un periodista acosador. Y por último, lo que lo termina de descalificar como periodista es mentir sobre su historia personal, decir que hizo cosas que no hizo. Una persona que miente sobre su historia personal, ¿qué credibilidad puede tener?
—Cuando habla de las víctimas de Víctor Hugo en aquella época, ¿se refiere a Fernando Morena, por ejemplo?
—Sí. Sus tres víctimas predilectas fueron Fernando Morena, Washington Cataldi (presidente de Peñarol) y Miguel Restuccia (presidente de Nacional), que terminó preso seis meses por las denuncias de Víctor Hugo Morales y enfrentando un proceso judicial que se prolongó durante más de un lustro; su vida se complicó mucho y finalmente la Justicia desestimó todo.
—¿Usted es de Peñarol?
—Sí.
—¿Ya le caía antipático desde aquel momento entonces?
—No. Yo era adolescente, y esa campaña de hostigamiento me provocaba una doble reacción: Por un lado, adhería fervientemente, con la mentalidad que uno puede tener a los 14 años, a su prédica contra Cataldi. Yo llegué a creer que Cataldi era una especie de monstruo. Era tan virulento el ataque, que uno lo veía como el enemigo público número uno. Esa era una de las trampas del discurso de Víctor Hugo, tan funcional a la dictadura. En aquellos momentos había cosas más monstruosas en Uruguay que Cataldi, pero escuchando los programas de Víctor Hugo eso ni siquiera era insinuado, ni era posible deducirlo de modo alguno. En cambio, sí me dolían mucho como adolescente sus ataques contra Morena. Era un adicto a sus programas, lo seguía noche a noche con esa reacción doble, me encantaban sus ataques contra Cataldi, que hoy de adulto comprendo que eran una cosa tramposa, y me dolía su campaña contra Morena.
—¿Denunciar la corrupción en el deporte no era lo máximo que se podía hacer en el período del régimen dictatorial?
—No, muchos periodistas se arriesgaban a filtrar mensajes entrelíneas a favor de la democracia. Creo, de todos modos, que desde el ámbito del deporte nadie podía exigirle a Víctor Hugo que hiciera críticas al gobierno, pero tampoco nadie lo obligaba a elogiar a Aparicio Méndez como lo hizo en un artículo que escribió cuando recibe a la selección uruguaya. Podría haber hecho perfectamente como hizo su colega de El Día que no firmó y simplemente consignó que Méndez recibió a la selección, en cambio Víctor Hugo eligió elogiarlo. En el mundial de Argentina pudo haberse limitado a lo deportivo como hicieron tantos, sin embargo en sus artículos hay muchos elogios a la junta militar argentina que encabezaba Videla. ¿Entonces cómo era? ¿Era periodista deportivo pero sus pocas incursiones en la política eran para elogiar a los regímenes dictatoriales y hoy se pone como ejemplo? ¡No!
—¿Cuánto pesa lo comercial al momento de resolver iniciar una investigación como ésta?
—Me asombra que permanentemente me estén preguntando sobre los acuerdos comerciales del libro. Un trabajo periodístico tiene que ser sólido, estar bien documentado y bien escrito. Punto. Como lo que dice Relato Oculto no puede ser rebatido, el gran cuestionamiento parece ser si es oportuno o inoportuno. Parecería que sería un mérito sacar un libro inoportuno, es decir que tratara un tema que no le interesara a nadie. Yo pienso lo contrario. Soy periodista, elijo mis temas con un criterio periodístico. El periodismo trata sobre temas de interés público, temas que interesan o afectan a la gente. Y yo elijo así mis temas: obviamente pienso en temas que me interesen a mí y que puedan despertar el interés de la gente también, como hacemos todos los periodistas todo el tiempo, incluso los que se rasgan las vestiduras ahora para criticarnos.
—¿Por qué Víctor Hugo al defenderse del tema no lo nombra a usted ni a su libro?
—Pienso que es su estrategia: discutir con Lanata y no con el libro. El libro es mucho más completo, complejo y documentado que el informe televisivo, necesariamente breve, que realizó Lanata inspirado en uno solo de los ocho capítulos de Relato Oculto. Ese es apenas un aspecto del libro, pero hay una intención deliberada de ignorarlo, que también lo hacen muchas de las personas que lo apoyan como Mónica Xavier, Rafael Michelini, etc.
—¿Vio la emisión del programa de Víctor Hugo Morales Bajada de Línea que le dedica toda su duración a los testimonios de referentes políticos que lo respaldan?
—Sí. Todos ellos opinan sin haber leído el libro, o haciendo como que no existe. Jaime Roos da vergüenza ajena. Dice en Página 12: no o leí pero es todo un invento. Es un mentiroso porque no es un invento. Puede decir que el libro es malo, que no le gustó, puede decir cualquier cosa pero no que es un invento porque está todo documentado con las citas, las fechas, las fotos, los testimonios.
—Si lo que plantea el libro es así, ¿por qué cree que tantas víctimas de la dictadura lo apoyan?
— Algunos son sus amigos personales. Yo veo bien que los amigos apoyen a sus amigos, que en un momento malo no le den la espalda. No lo veo mal. Lo que veo mal es que descalifiquen un trabajo sin haberlo leído, como hace Jaime Roos. Eso no es serio.
—¿Y los que no son amigos?
—Yo creo que todos son amigos o tienen intereses en común.
—Rafael Michelini, por ejemplo, dijo que “el que dice que Víctor Hugo actuó en complicidad con la dictadura miente de forma espesa, calumnia y no puede llamarse periodista porque no está informado”…
—Una de las personas que estaba presa en el Batallón Florida cuando Víctor Hugo iba a jugar al fútbol era justamente la hermana de Michelini. Es paradigmática otra historia: Víctor Hugo ha justificado los elogios a la junta militar argentina diciendo que él no tenía idea de lo que pasaba en Argentina en el ’78, que había dictadura ni nada. El padre de Rafael Michelini fue asesinado en Buenos Aires en el ’76. Víctor Hugo ha de ser el único uruguayo que no tomó nota en ese momento de que estaban matando opositores durante la dictadura argentina. No sé cómo Michelini concilia estas cosas con su amistad con Víctor Hugo Morales. Está bien, si es amigo que lo apoye. De todas maneras, en ningún momento el libro habla de un “colaboracionismo” con la dictadura, ni complicidad. Rafael Michelini ya admitió que no leyó el libro, así que su opinión en este caso vale menos que cero.
—No es lo que dice el libro, ¿pero no percibe usted que hay una intención de varios medios argentinos de querer dejar a Víctor Hugo como un colaborador de la dictadura?
—Puede ser que en ese ambiente tan polarizado que hay en Argentina, algunos tengan la intención de exagerar lo que dice el libro pero eso está por fuera del alcance de Luciano Álvarez y mío. Hubo exageraciones que no sé si responden a un deliberado interés de perjudicar a Víctor Hugo o a desconocimiento de la realidad uruguaya o de lo que dice el libro, y creo que Víctor Hugo Morales alimenta ese juego. Le sirve para no responderle al libro.
—En su programa Víctor Hugo dijo: “Me enteré hace unos meses que se estaba preparando algo así como un libro sobre mi historia en la dictadura uruguaya por encargo de los grupos periodísticos dominantes”, ¿a usted le encargaron algo?
—No. Es un mentiroso. Que presente las pruebas en base a qué dice que tenemos nexos con Clarín o con Majul.
—¿Tiene alguna relación con Clarín?
—No. Ninguna. Una vez una agencia que coloca algunos de mis trabajos fuera del Uruguay le vendió un reportaje mío sobre la historia del agua tónica Paso de los Toros a la revista Viva. Nunca más publiqué en Clarín y nunca trabajé para esa empresa o ninguna de sus filiales o compañías asociadas.
—¿Con periodistas de Clarín?
—Por supuesto que conozco a periodistas de Clarín, y de La Nación, de El Mercurio, y de Veja, y de Gatopardo, y de Etiqueta Negra...
—¿Y es cierto que el libro se retrasó cuando él publicó UruLeaks?
—Es otro disparate. Otra mentira. Cuando él publicó UruLeaks, el libro estaba cerca de ser terminado. En un primer momento, cuando él divulgó que iba a publicar documentos secretos de la dictadura, con Luciano paramos las orejas. Dijimos “¿qué es esto?, vamos a prestar atención”. Capaz que nos estábamos olvidando de una parte, capaz que hay elementos nuevos, capaz que nos estamos equivocando. Yo recuerdo el momento que entré a la web de Morales a leer los famosos documentos y hoy en lo único que coincido con Víctor Hugo Morales es que invito a que todo el mundo los lea. De la lectura de los documentos que presenta, no emerge ninguna actividad opositora a la dictadura uruguaya, salvo a último momento. Desde el ’73 hasta que emigró en el ’81, no aparece ningún elemento opositor. Tampoco aparece ningún documento que diga que Victor Hugo era de izquierda. En la ficha, los militares calificaban de izquierdista incluso a gente que apenas era afiliada a un sindicato nomás porque trabajaba en una fábrica. En el caso de Morales, el casillero que dice “identificación ideológica” está en blanco. No hay ninguna actividad opositora, y la primera que aparece es en diciembre del ’83 cuando él hace casi tres años que está viviendo en Buenos Aires, cuando en Argentina ya terminó la dictadura y acá es evidente que se termina. Ahí viviendo en Buenos Aires viene a apoyar la huelga de hambre de Germán Araújo. Ese es el primer y único acto opositor de Víctor Hugo Morales que está en UruLeaks. Es más, hay una entrada de los servicios de inteligencia que consta varias cosas: Primero, que era un protegido de la familia Romay, grupo para el que él trabajaba, que fue lo más oficialista de la dictadura. También consta en una entrada que él era una persona que los militares creían que iba a tener actividad política, y si nos ubicamos en aquellos tiempos, los militares –que perdieron el plebiscito y luego no pudieron hacerlo- pensaban en un régimen en el cual iba a haber políticos pero no iba a haber una libertad total para los políticos. La izquierda iba a estar prohibida, no iba a haber libertad para los partidos de izquierda. El hecho de que lo pongan en el UruLeaks famoso como un tipo que posiblemente iba a ser candidato indica que ellos lo veían como un tipo no contaminado por la izquierda y por eso lo iban a habilitar a ser candidato. Por eso una lectura inteligente de los documentos confirma todo lo de nuestro libro.
—¿Conoce personalmente a Víctor Hugo?
—No.
—¿No se comunicó con él para el libro?
—Durante el proceso de la elaboración del libro, Víctor Hugo Morales envió a un empleado suyo a contactarse conmigo por mail, facebook y llamadas telefónicas para que proponerme que tuviera un encuentro informal con él, una "charla de café". Tengo todos los mails guardados. Yo le dije que me sorprendía mucho el planteo y le pregunté para qué sería el encuentro. Me reenvió un mail de Víctor Hugo Morales en el que no se dirigía a mí sino a él y dice que se quiere encontrar con nosotros para explicarnos el contexto histórico en el cual escribió algunos de los artículos que citamos en los que agradece a la dictadura militar. Lo hablé con Luciano Álvarez y resolvimos que una charla de café para que nos explicaran el contexto que nosotros conocemos bien no tenía sentido, pero no nos íbamos a negar a entrevistarlo si él quería ser entrevistado. Como es Víctor Hugo todo el tiempo el que habla en nuestro libro a través de sus dos autobiografías y de sus artículos, no era necesario entrevistarlo, pero si él lo proponía, no nos íbamos a negar. Le contesté eso su emisario, le dije que una charla de café no tenía sentido, pero que para una entrevista estábamos a las órdenes. Nunca respondieron.
—¿Para qué intuye que Víctor Hugo se quería reunir con usted?
—Es raro, ¿no? Querer reunirse con un periodista que está escribiendo sobre uno pero no para ser entrevistado sino para tener “una charla de café”. Es raro.
—¿Cuánto tuvo en cuenta el rol que juega su libro en el enfrentamiento que Clarín tiene con el gobierno al momento de escribirlo, teniendo en cuenta que está atacando al principal vocero del gobierno argentino en los medios?
—Nosotros no somos bobos. No estamos desinformados. Sabemos cuál es la realidad argentina y la polarización terrible y muy negativa para el periodismo que hay ahí. Se afecta la credibilidad de Víctor Hugo Morales por culpa de sí mismo, por fabricarse un pasado opuesto a la realidad, que ahora queda al descubierto. Si eso también afecta al gobierno argentino no es culpa nuestra. O qué se supone, ¿qué no debemos investigar ningún tema que pueda afectar a fulano o a mengano?
—¿Usted no queda posicionado en un lugar?
—No. El libro no juega ningún rol en el enfrentamiento del gobierno argentino con Clarín. Ninguno. Clarín ni siquiera ha publicado una reseña sobre el libro. La mayor parte de la prensa argentina tampoco lo ha hecho. Han cubierto la polémica con Lanata, pero del libro se habla poco. Quizás sea porque el libro se limita a la historia uruguaya de Víctor Hugo Morales. Nosotros sabíamos que al no meternos en su peripecia argentina el libro iba a tener menos interés en el mercado argentino. Pero lo preferimos así.
—¿Está preparando nuevos libros?
—Sí, uno para niños y otro para adultos. El de niños tiene que ver con el deporte. El de adultos es una biografía de una persona tristemente célebre en Uruguay, y hasta ahí puedo decir.
11 comentarios:
no se quien es este señor pero es realmente lamentable. victor hugo un grande de verdad.
Hijo de puta,a vos te paga Clarin!!!!
Pobre Víctor Hugo! Tiene la credibilidad del Chapulín Colorado, pero sin la nobleza.
Los dos cuidan intereses. Nadie desenmascara a nadie. Fue y es un negocio por parte de lo dos.
El mundo es así. Nadie es santo y victimario.
Porqué no investigan a ese porcino inmundo llamado Jorge Lanata????
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